La ovulación es la fase del ciclo menstrual en la que un óvulo es liberado de un ovario en las trompas de Falopio. Normalmente ocurre de 13 a 15 días después de haberse iniciado el ciclo, que comienza con el sangrado de la regla. No obstante, puede variar en cada ciclo. Incluso hay veces en las que puede que no ovules. Es lo que se conoce como ciclos anovulatorios.
Muchas mujeres solamente se preocupan por ello cuando quieren quedarse embarazadas. Pero lo cierto es que conocer todos los detalles sobre este proceso nos permite entender también los cambios hormonales que se producen en nuestro cuerpo y cómo nos afectan.
¿Cómo funciona la ovulación?
El desarrollo y la liberación del óvulo en cada ciclo es una respuesta al complejo sistema de picos y depresiones de los niveles de las hormonas reproductivas. La ovulación se ve afectada por factores energéticos, emocionales, nutricionales y socioeconómicos.
Los factores de corta duración como el jet lag, el estrés, los cambios estacionales y el tabaco, y los factores de larga duración como los problemas de tiroides y el SOP pueden influir considerablemente sobre nuestros ciclos.
Los óvulos se desarrollan dentro de sacos en el interior de nuestros ovarios, que se conocen como folículos. Los folículos se desarrollan durante varios meses antes de estar preparados para liberar un óvulo, aproximadamente 6 ciclos. Con lo cual, en nuestros ovarios tenemos folículos en distintas etapas de desarrollo.
Los folículos experimentan cambios drásticos antes de la ovulación y la mayoría de ellos nunca llegan a la fase de ovulación, siendo reabsorbidos por el cuerpo en distintos momentos del desarrollo y el pre-desarrollo.
Al comienzo de cada ciclo menstrual, hay un grupo de folículos candidatos para la ovulación de ese ciclo. Pero en torno a la mitad de la fase folicular, uno de ellos se vuelve dominante, de modo que nuestro cuerpo invierte todos sus recursos en prepararlos, mientras que desecha el resto.
Cuando el folículo está listo, el óvulo es liberado y pasa a la trompa de Falopio. Entonces, cuenta con un tiempo de entre 12 y 24 horas para ser fecundado. Si ningún espermatozoide lo alcanza, empieza a degradarse, pero si es fertilizado viaja hasta el útero para implantarse, un proceso que tarda entre 6 y 12 días.
¿Cuáles son los síntomas de la ovulación?
La mayor parte de las mujeres experimentan distintas señales antes de la ovulación. Los más habituales son los siguientes:
- Incremento de la temperatura basal: la temperatura aumenta entre 0,2 °C a 0.5 °C durante la fase de ovulación, lo cual tiene que ver con que los niveles de progesterona suban después de que el óvulo sea liberado.
- Dolor abdominal: ligero dolor en la zona del bajo vientre.
- Cambios en el moco cervical: el flujo vaginal se vuelve más abundante, más resbaladizo y más elástico para permitir el paso de los espermatozoides por el cuello uterino.
¿Cómo saber si estoy ovulando?
Una persona adulta ovula casi siempre cuando su ciclo se encuentra dentro de un rango promedio, que suele ser de entre 24 y 38 días en personas adultas, pudiendo variar entre 7 y 9 días en cada ciclo. Los ciclos que se salen de estos parámetros de manera constante, tanto porque sean demasiado cortos o demasiado largos pueden ser una señal de que no se está produciendo la fase de ovulación, por lo que es conveniente realizar una visita al ginecólogo.
Para saber si estás ovulando, puedes realizar un seguimiento de la duración y regularidad de tu ciclo; hacerte una prueba de orina de la farmacia; realizar un seguimiento de los signos físicos de fertilidad, incluyendo el moco cervical y la temperatura basal; o pedirle a tu ginecólogo que te realice una prueba de sangre a mitad de la fase lútea para revisar tu perfil hormonal.
¿Qué pasa si no ovulo?
Si de vez en cuando tienes un ciclo en el que no ovulas, no tiene por qué ser motivo de preocupación, pero si ocurre habitualmente o se detiene totalmente, incluso puede suponer un riesgo para la salud.
La ovulación proporciona a nuestro organismo los niveles de progesterona y estrógenos necesarios, lo que influye no sólo en la fertilidad, sino también en la salud cardíaca, en la densidad de los huesos, en la calidad del sueño, en el metabolismo y en la salud mental, por ejemplo. Es muy importante acudir al ginecólogo una o dos veces al año para llevar a cabo revisiones ginecológicas clave que nos ayuden a anticiparnos a problemas de fertilidad futuros.